Por las disposiciones actuales, sin la presencia de fieles.
Apolitikio de Pascua. Modo variable 1º
Cristo resucitó de entre los muertos, pisoteando la muerte con la muerte, y concediendo vida a los que están en los sepulcros.
Modo 3º
Regocíjese lo celestial y alégrese lo terrenal, porque armó su brazo con poder el Señor; pisoteó la muerte con Su muerte; fue el primogénito de los muertos; del vientre del Hades nos libró y proveyó al mundo la gran misericordia.
Kondakios. Modo variable 4º
Aunque bajaste al sepulcro, ¡oh! inmortal, aboliste el poder del Hades y resucitaste como vencedor ¡oh Cristo Dios!, y diciéndoles a las mujeres portadoras de ungüento: Alegraos; y regalando la paz a tus Apóstoles, Tú que provees a los caidos la resurrección.
LA EPÍSTOLA
Cantad salmos a nuestro Dios; cantad.
Vers: Naciones todas, dad palmadas de aplauso.
Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles (9:32-42)
Por aquellos días, Pedro, que estaba recorriendo toda la región, fue también a visitar a los santos que vivían en Lida. Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que llevaba ocho años en cama. «Eneas –le dijo Pedro–, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama.» Y al instante se levantó. Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron, y se convirtieron al Señor. Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas*). Ésta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres. Sucedió que en esos días cayó enferma y murió. Pusieron el cadáver, después de lavarlo, en un cuarto de la planta alta. Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al enterarse de que Pedro se encontraba en Lida, enviaron a dos hombres a rogarle: «¡Por favor, venga usted a Jope en seguida!» Sin demora, Pedro se fue con ellos, y cuando llegó lo llevaron al cuarto de arriba. Todas las viudas se presentaron, llorando y mostrándole las túnicas y otros vestidos que Dorcas había hecho cuando aún estaba con ellas. Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: «Tabita, levántate.» Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, tomándola de la mano, la levantó. Luego llamó a los creyentes y a las viudas, a quienes la presentó viva. La noticia se difundió por todo Jope, y muchos creyeron en el Señor.
Evangelio
Lectura del Santo Evangelio Según Juan. [Juan 5:1-15]
En aquel tiempo, subió Jesús a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta Probática, un estanque llamada en hebreo Bizesdá, que tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, rengos, mancos, que esperaban el movimiento del agua, porque un ángel del Señor descendía de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua, y el primero que bajaba después de la agitación del agua quedaba sano de cualquiera enfermedad que padeciese. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús le vio acostado, y, conociendo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser curado? Respondió el enfermo: Señor, no tengo a nadie que, al moverse el agua, me meta en la piscina y, mientras yo voy, baja otro antes de mí. Le dijo Jesús: Levántate, toma la camilla y anda. Al instante quedó el hombre sano, y tomó su camilla y se fue. Y los judíos decían al curado: Es sábado. No te es lícito llevar la camilla. Respondiéndoles, les dijo: El que me ha curado me ha dicho: Toma tu camilla y vete. Le preguntaron: ¿Y quién es ese hombre que te ha dicho: Toma tu camilla y vete? El curado no sabía quién era, porque Jesús se había retirado de la muchedumbre que allí había. Después de esto le encontró Jesús en el templo, y le dijo: Mira que has sido curado; no vuelvas a pecar, para que no te suceda algo peor. Luego se fue el hombre y dijo a los judíos que era Jesús el que lo había curado.