Desde Catedral Dormición de la Theotokos,
La Iglesia ortodoxa conmemora a San Auxentios de la montaña; a nuestro venerable padre Maron y a nuestro venerable padre Abraham.
Apolitikio de resurrección. Modo 3º
Regocíjese lo celestial y alégrese lo terrenal, porque armó su brazo con poder el Señor; pisoteó la muerte con Su muerte; fue el primogénito de los muertos; del vientre del Hades nos libró y proveyó al mundo la gran misericordia.
Kondakion del periodo. Modo 2°.
Protección de los cristianos invulnerable, intermediación ante el Creador inamovible, no desoigas las voces de súplica de los pecadores; mas adelántate, como bondadosa, a nuestra ayuda, que con fe te clamamos: apresúrate en intercesiones y acude pronto en súplicas; ¡oh! Madre de Dios que proteges a quienes te honran.
Lectura Apostólica
Salmodiad para nuestro Dios, salmodiad.
Vers: Pueblos todos, batid palmas,
Lectura de la Segunda Epístola de Pablo a los corintios [6:16-18; 7:1]
Hermanos, nosotros somos templo de Dios vivo, como dijo Dios: Habitaré en medio de ellos y caminaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por tanto, salid de entre ellos y apartaos, dice el Señor. No toquéis cosa impura, y yo os acogeré. Yo seré para vosotros un padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso. Si somos depositarios de estas promesas, queridos míos, debemos purificarnos de toda mancha, tanto en el cuerpo como en el espíritu, consumando nuestra santificación en el temor de Dios.
Aleluya(3) Modod 3º
Ver: En ti, Señor, he esperado; no sea yo confundido
Aleluya(3)
Ver: Sé para mí un Dios protector.
Aleluya(3)
Lectura del Santo Evangelio según Mateo (Mt. 15: 21-28))
En aquel tiempo, Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Despídela, que viene gritando detrás de nosotros.» Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» Él respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» «Sí, Señor — respondió ella—. Pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.» Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.