• En febrero 26, 2024

Gran mártir Santa Fotiní la Mujer Samaritana

Breve historia

La mujer samaritana es Santa Fotiní. El Evangelio la describe como la “mujer que va en busca de agua al pozo” (Jn 4:5-42). Hasta ese momento había llevado una vida pecaminosa, que dio lugar a un diálogo con Jesús. La consecuencia del mismo fue un verdadero arrepentimiento, quedó perdonada de sus malas acciones, y se convirtió a la fe cristiana. Como nombre de bautismo tomó el de “Fotiní” que significa “iluminada”.
Santa Fotiní, al igual que muchas otras mujeres, contribuyó a la difusión del cristianismo. Por lo tanto, ocupa un lugar de honor entre los apóstoles. En los sermones de la Iglesia hasta el siglo XIV se la llama “la igual a los apóstoles” y “evangelista”. Más tarde, los hagiógrafos escribieron la historia de “la mujer samaritana”.
Como discípula de San Juan, después de Pentecostés, Santa Fotiní recibió el bautismo, junto con sus cinco hermanas: Anatolí, Fotos, Potis, Paraskeví y Kiriakí, y sus dos hijos, Fotinos y José. Luego, comenzó una obra misionera, viajando por todas partes, predicando la buena nueva de la venida del Mesías, Su muerte y Su resurrección. Cuando Nerón, el emperador de Roma, comenzó a perseguir a los cristianos, Santa Fotiní y su familia estaban en Cartago, en África, donde predicaban el evangelio. En sueños, Jesús se apareció a Fotiní y le ordenó que fuera a dar testimonio a la capital del Imperio. Entonces ella navegó a Roma con su familia y muchos cristianos de África que la acompañaron. La llegada y la actividad misionera de Fotiní despertaron la curiosidad en la ciudad. Todo el mundo hablaba de ella: “¿Quién es esta mujer?”, se preguntaban.
Los soldados recibieron la orden de llevarla ante el emperador, pero Fotiní, antes de que pudieran detenerla, con su familia y sus amigos cristianos, fue a presentarse ante Nerón. Cuando el emperador los vio, les preguntó por qué habían venido. Fotiní respondió: “Hemos venido a hablarles sobre Cristo”. El gobernante del Imperio Romano pidió saber los nombres de los santos. En nombre de ella misma Fotiní presentó a sus cinco hermanas y a su hijo más joven. El emperador exigió saber si habían acordado todos morir por el Nazareno. Fotiní respondió: “Sí, por amor a Él nos regocijamos en Su nombre, y vamos a morir de buena gana”.
Oyendo sus palabras desafiantes, Nerón ordenó que fueran torturadas. Sin embargo, perplejo por la resistencia de los cristianos y la confianza que tenían en Dios, ordenó a los hombres encerrarlos en la cárcel. Fotiní y sus cinco hermanas fueron llevadas a la sala de recepción del palacio imperial. Allí, las seis mujeres fueron sentadas en tronos de oro. Frente a ellas había una gran mesa de oro cubierto de monedas de oro, de joyas y de vestidos. Nerón esperaba tentar a las mujeres por esta demostración de riqueza y de lujo, y ordenó a su hija llamada Domnina, con sus esclavas, que fueran a hablar con las mujeres cristianas. Su hija, pensó, tendría éxito en persuadir a las cristianas a negar a Cristo. Domnina fue a ver a Fotiní, sin embargo, el resultado de la charla no fue lo que deseaba Nerón. Fotiní catequizó a Domnina y a sus esclavas y bautizó a todas ellas. Así recibió el nombre de “Antusa” la hija de Nerón. Después de su bautismo, Antusa ordenó de inmediato que todo el oro y las joyas sobre la mesa de oro fuera distribuido a los pobres de Roma.
Cuando el emperador supo que su hija se había convertido al cristianismo, condenó a Fotiní y a todos sus compañeros a la muerte en el fuego. Durante siete días, el horno fue calentado, pero cuando la puerta del horno se abrió, se vio que el fuego no había hecho daño a las santas mujeres. En vano Nerón sometió a Fotiní, a sus hermanas, hijos y amigos a todas las torturas conocidas. Los santos sobrevivieron incólumes a cada una de ellas. Durante tres años estuvo en una prisión romana a la que Santa Fotiní transformó en “casa de Dios”. Muchos romanos llegaron a la prisión, fueron convertidos y bautizados. Por último, Santa Fotiní fue decapitada en Roma y entregó su alma en manos de Dios.
La mujer samaritana que conversó con Cristo en el pozo de Jacob, cerca de la ciudad de Sicar, bebió del “agua viva” y obtuvo la vida eterna. Generación tras generación, los cristianos ortodoxos nos hemos ocupado de recordar a esta mujer exaltada por el Mesías en un domingo posterior a su resurrección.
La preciosa cabeza de Santa Fotiní se conserva hasta el día de hoy en el Monasterio Grigoriu en el Monte Athos, Grecia.
Por las oraciones de Tu Gran mártir Santa Fotiní, Señor Jesucristo Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Apolitíkion – Modo 3
Iluminada por el Espíritu Santo, bebiste con gran y ardiente anhelo de las aguas que Cristo el Salvador te dio; y a los sedientos les compartiste abundantemente las corrientes de la salvación con las que fuiste refrescada. Oh Gran mártir y verdadera compañera de los Apóstoles, Santa Fotiní, suplica a Cristo Dios para que nos otorgue la gran misericordia.

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