En la mujer en cuestión -imagen universal de todo ser humano- coinciden como en un contrapunto existencial fe e imperfección; ¿no será que esta realidad tan antinómica, contrastante e incoherente -pero hasta me atrevería a decir necesaria– es propia de la humana realidad en todo su arco existencial? Evidentemente sí, es propia de la naturaleza adámica post caída; un estado que revela una naturaleza agonizante, que lucha, que pugna por retornar a su primigenia naturaleza. ¿Cómo se resuelve esta agonía? Con su compleción ontológica.»