El Patriarca Ecuménico en su salutación dentro del marco de un evento virtual por el día de la lengua helena recalcó entre otras cosas que:
«Entre los muchos cambios que la pandemia ha traído a nuestras vidas está la introducción de la comunicación por medio de las redes digitales. Por lo tanto, incluso hoy, en el Día Mundial de la Lengua Helena, dedicado este año a los dos poetas helenos ganadores del Premio Nobel, Georgios Seferis y Odysseas Elytis, con motivo de dos aniversarios, el cincuentenario de la muerte del primero y los 110 años del nacimiento del segundo, nos dirigimos a través de la Internet. (…)
La lengua helena de Homero y de Sapfó, de los trágicos y de los filósofos, de Aristófanes y de Toukydou, del Nuevo Testamento y de los Padres de la Iglesia, del culto divino y de la himnología, es un idioma especial entre las 2700 lenguas del mundo.
Helenos son los conceptos clave de la civilización mundial: logos, diálogo, democracia, ética, política, música, física, historia, pedagogía, teoría, práctica, antropología y muchos otros.
El idioma expresa la identidad y la calidad de la cultura a la que pertenece. No es simplemente un medio de comunicación, sino «un portador de valores morales», como señala Elytis.
De hecho, toda una civilización pasa por el lenguaje. El «lenguaje filosófico» preeminente, el heleno, nombra principalmente la esencia, el ser, la dimensión de la profundidad de las cosas y los entes, y no su mera utilidad.
En griego se han escrito obras muy importantes del intelecto humano. Se ha dicho que los que filosofan donde sea que fuera en el mundo “piensan en griego” y que «aquel que habla griego es imposible que no filosofe”.
Agregamos que es imposible para quienes hablan el idioma heleno no teologizar. No es casualidad que la lengua helena se haya convertido en el lenguaje central de la teología cristiana.
Gracias a ella, se logró una lucha filosófica y teológica a través de la “innovación de los nombres”, expresión auténtica de la experiencia de la salvación en Cristo, a través de la terminología de la filosofía helena.
Esta combinación de Helenismo y Cristianismo es una etapa decisiva, no solo en la evolución de la filosofía y la teología, sino también, de manera más general, en la historia de la civilización.
Con razón, la lengua helena reclama el título de «lengua materna del espíritu». Si «clásico» es aquello que refleja las búsquedas comunes de las personas y trasciende los límites de la civilización dentro de la cual fue creado, entonces el idioma heleno es verdaderamente clásico, «propiedad para siempre” de todo el hombre.
En este sentido, no es de extrañar que la identidad cultural y la identidad de nuestra Nación estén compuestas por la lengua helena y la fe ortodoxa, en su esencial interdependencia.»