Por las disposiciones actuales, sin la presencia de fieles.
Este día sexto Domingo de la Pascua, celebramos el milagro realizado por nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo, al ciego de nacimiento.
Apolitikio Modo variable 1°
Al Verbo, que no tuvo principio, tanto como el Padre y el Espíritu, que nació de una virgen para nuestra salvación, alabémosle ¡oh! fieles y adorémosle; porque plúgole subir a la Cruz en carne, soportar la muerte y levantar a los muertos con Su gloriosa Resurrección.
Kondakios. Modo variable 4º
Aunque bajaste al sepulcro, ¡oh! inmortal, aboliste el poder del Hades y resucitaste como vencedor ¡oh Cristo Dios!, y diciéndoles a las mujeres portadoras de ungüento: Alegraos; y regalando la paz a tus Apóstoles, Tú que provees a los caidos la resurrección.
LA EPÍSTOLA
Prokimenon Modo variable 1°
Tú, Señor, nos guardarás, nos librarás de esa gente para siempre.
Vers: ¡Sálvanos, Señor, que escasean los fieles!
Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles. (16: 16 – 34)
En aquel día, sucedió que al ir nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.” Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: “En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.” Y en el mismo instante salió. Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: “Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.” La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarlos con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado. Éste, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo. Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos los escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y, al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. Pero Pablo le gritó: “No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí.” El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas, los sacó fuera y les dijo: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?” Le respondieron: “Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa.” Y le anunciaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa. En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos. Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.
Modo variable 1ª Salmo 88
Aleluya. (3)
Ver: Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
Aleluya. (3)
Ver: Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo.
Aleluya. (3)
EL EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según Juan. Atendamos. (9: 1 – 38)
En aquel tiempo, al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: “Rabí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?” Respondió Jesús: “Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. “Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo. ” Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: “Vete, lávate en la piscina de Siloé” (que quiere decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo. Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: “¿No es éste el que se sentaba para mendigar?” Unos decían: “Es él”. “No, decían otros, sino que es uno que se le parece.” Pero él decía: “Soy yo.” Le dijeron entonces: “¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?” Él respondió: “Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate.’ Yo fui, me lavé y vi.” Ellos le dijeron: “¿Dónde está ése?” Él respondió: “No lo sé.” Lo llevan a los fariseos al que antes era ciego. Era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: “Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.” Algunos fariseos decían: “Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.” Otros decían: “Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes signos?” Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: “¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?” Él respondió: “Que es un profeta.” No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: “¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?” Sus padres respondieron: “Nosotros sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo.” Sus padres decían esto por miedo a los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: “Edad tiene; preguntádselo a él.” Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: “Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.” Les respondió: “Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo.” Le dijeron entonces: “¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?” Él replicó: “Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?” Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: “Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es.” El hombre les respondió: “Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.” Ellos le respondieron: “Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros?” Y le echaron fuera. Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: “¿Tú crees en el Hijo del hombre?” Él respondió: “¿Y quién es, Señor, para que crea en él?” Jesús le dijo: “Le has visto; el que está hablando contigo, ése es”. Él entonces dijo: “Creo, Señor.” Y se postró ante Él.