27 Sep, 2020
Próxima transmisión en vivo de la Divina Liturgia a las 11:00hrs.
  • septiembre 27, 2020 11:00 am - septiembre 27, 2020 12:30 pm
  • Transmisión
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Desde nuestra Parroquia de San Juan El Precursor, en la ciudad de Córdoba.

Este domingo 27 de septiembre, I Domingo de Lucas, la iglesia conmemora al Santo  mártir Calístrato y sus cuarenta y nueve compañeros mártires; a la Santa Mártir Epijaris; al venerable padre Ignacio; a los Santos Apóstoles Marco, Aristarco y Simón; a los  santos mártires Filemón obispo,  Fortuniano y la Santa Mártir Galana;  a Santa Mártir Aquilina.

Link de la transmisión

Evangelio en el Matutino

Lectura del Santo Evangelio según Lucas. (24:12-35)

En aquel tiempo Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio los lienzos y se volvió a su casa, asombrado por lo sucedido. Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él les dijo: “¿De qué discutís por el camino?” Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?” Él les dijo: “¿Qué cosas?” Ellos le dijeron: “Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados Le condenaron a muerte y Le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron.” Él les dijo: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en Su Gloria?” Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos Le rogaron insistentemente: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.” Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su vista. Se dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: “¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!” Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo Le habían conocido al partir el pan.

Apolitikion de Resurrección Modo Grave

Aboliste la muerte con tu Cruz. Abriste el Paraíso al Bandido; transformaste el lamento de las mujeres portadoras de ungüentos, y ordenaste predicar a tus Apóstoles; resucitaste pues, ¡oh! Cristo Dios, proveyendo al mundo la gran misericordia.

Apolitikion del Mártir Modo 4º

Tus mártires ¡Señor!, por sus luchas, recibieron de Ti las coronas incorruptibles, Oh Dios nuestro. Porque obteniendo Tu Poder, destruyeron a los tiranos y aniquilaron el poderío de los demonios impotentes. Salva, pues, Cristo Dios, por sus intercesiones, a nuestras almas.

Kondakion del periodo Modo 2°.

Protección de los cristianos invulnerable, intermediación ante el Creador inamovible, no desoigas las voces de súplica de los pecado­res; mas adelántate, como bondadosa, a nuestra ayuda, que con fe te clamamos: apresúrate en interce­siones y acude pronto en súplicas; ¡oh! Theotokos que proteges a quienes te hon­ran.

Lectura Apostólica

El Señor fortalece a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz.

(Stíjo) Aclamen al Señor, hijos de Dios, aclamen al gloria y el poder del Señor  

Lectura de la segunda epístola de Pablo a los Corintios.(6:1-10)

Hermanos, como colaboradores con él, también los exhortamos a no recibir la gracia de Dios en vano; pues El dice: en el momento favorable te escuché, y en el día de la salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de la salvación. No dando nosotros en nada motivo de tropiezo, para que el ministerio no sea desacreditado, sino que en todo nos recomendamos a nosotros mismos como ministros de Dios, en mucha perseverancia, en aflicciones, en privaciones, en angustias,  en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos,  en pureza, en conocimiento, en paciencia, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero, en la palabra de verdad, en el poder de Dios; por armas de justicia para la derecha y para la izquierda; en honra y en deshonra, en mala fama y en buena fama; como impostores, pero veraces;  como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, y he aquí, vivimos; como castigados, pero no condenados a muerte; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo.

Modo grave

Aleluya, Aleluya, Aleluya.

(Stíjo) Es bueno dar gracias al Señor,  Cantar en Tu Honor, ¡Altísimo!

Aleluya, Aleluya, Aleluya.

(Stíjo) Publicar Tu Amor por la mañana, y Tu  Fidelidad por las noches.

 Aleluya, Aleluya, Aleluya.

 Lectura del Santo Evangelio según Lucas   (5:1-11)

En aquel tiempo, estando Jesús a orillas del lago de Genesaret, vio dos barcos a orillas del lago. Los pescadores se habían desembarcado y lavaban sus redes. Después de subir a uno de los barcos, que era de Simón, le pidió que lo alejara un poco de la orilla, se sentó y enseñaba desde el barco a la muchedumbre. Cuando dejó de hablar, le dijo a Simón: Conduce de nuevo a lo profundo y echen vuestras redes para pescar. Pedro contestándole le dijo: Jefe, hemos trabajado toda la noche y nada hemos pescado, pero por tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron una gran cantidad de peces, a punto que se rompía su red. Entonces, hicieron señal a sus socios del otro barco, para que viniesen a ayudarles; y llegaron y colmaron ambos barcos, a punto que se hundían. Viendo lo sucedido Simón Pedro, se tiró a las rodillas de Jesús, diciendo: Aléjate de mí, Señor, porque soy un hombre pecador. Pues estaba encandilado, como todos los que estaban con él, por la pesca de los peces que habían capturado, así como Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús, entonces, le dijo a Simón: No temas, a partir de ahora estarás pescando humanos. Y después de arrastrar los barcos a tierra firme, dejando todo, le siguieron a Él.

 

 

 

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