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Oráculo del Señor; Consolad, consolad a mi pueblo –dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido de mano del Señor castigo doble por todos sus pecados. Una voz clama en el desierto: “Abrid camino al Señor trazad en la estepa un calzada recto a nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; Vuélvase lo escabroso llano, y las breñas planicie. Se revelará la gloria del Señor, y toda criatura a una la verá; Pues la boca del Señor  ha hablado.” Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; Clama  con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Yo el Señor, les responderé, Yo Dios de Israel, no los desampararé. Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar de aguas. Destilad, cielos, como roció de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación y germine juntamente la justicia. ¡Anunciad con voz de jubilo, hacedlo saber, proclamad hasta el extremo de la tierra, decid: “El Señor ha rescatado a Su siervo Jacob! No padecieron sed en los sequedales a donde los llevó; Hizo brotar para ellos agua de la roca. Grita de Júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alégrate, la que no ha tenido dolores; Que más son los hijos de la abandonada, que los hijos de la casada, dice el Señor.

Oráculo del Señor Sebaot; He aquí que yo envío a mi mensajero, a allanar el camino delante de mí: y en seguida vendrá a Su Templo el Señor a quien vosotros buscáis. ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavadores. Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; Y será un testigo expeditivo contra los hechiceros y contra los adúlteros, contra los que juran con mentira, contra los no me temen, dice el Señor Sebaot. Que yo, el Señor, no cambio, y vosotros, hijos de Jacob, no termináis nunca. Desde los días de vuestros padres venís apartándoos  de Mis Preceptos y no los observáis. Volveos a Mí u yo me volveré a vosotros, dice el Señor Sebaot. Todas las naciones os felicitarán entonces, porque seréis una tierra de delicia y conocéis que yo soy y distinguiré entre el justo y el impío, en aquel día en el Yo cuido a mis amados. Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo, a quien yo prescribí en el Orbe, preceptos y normas para todo Israel. He aquí que yo os envío a Elías el Tesbita, antes que llegue el día del Señor grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; No sea que venga yo a herir la tierra de anatema. Esto lo dice el Señor Sebaot, Dios, el Santo de Israel.

El justo, aunque muera prematuramente, tendrá descanso, El justo que muere condena a los impíos que viven, Ven la muerte del sabio, pero no comprenden los propósitos del Señor para con él, el Señor los removerá de sus cimientos; quedarán totalmente asolados y sumidos en el dolor; y su recuerdo se perderá. Acudirán asustados a dar cuenta de sus pecados y sus propios delitos los acusarán a la cara. Entonces el justo aguantará firme y lleno de confianza frente a los que lo oprimieron y despreciaron sus sufrimientos. Al verlo, quedarán sobrecogidos de espanto, desconcertados por la increíble salvación. Y, cambiando de opinión, con el espíritu angustiado, se dirán: “Éste es aquel de quien hace tiempo nos reíamos, a quien convertimos, insensatos, en blanco de nuestros insultos. Su vida nos parecía una locura, y su muerte, una deshonra. ¿Cómo es que ha sido incluido entre los hijos de Dios y comparte su herencia con los santos? Ciertamente extraviamos el camino de la verdad, no nos iluminó la luz de la justicia.”