Próxima transmisión en vivo de la Divina Liturgia.
Lunes 21 de diciembre a las 19:00
La Iglesia Ortodoxa conmemora a los santos: Santa y gran mártir Anastasia la farmacolitria; al santo Mártir Jrisogonu; a la santa Mártir Theodotis y sus hijos; al santo Mártir Zoilu.
Lecturas
El Prokímenon Modo grave
Justos, alegraos en el Señor.
(Stíjo) ¡Señor, escucha mi clamor!
Lectura de la Segunda Carta de Pablo a Timoteo (3:23-29, 4:1-5)
Hermanos, antes que llegara la fe, estábamos cautivos bajo la custodia de la Ley, en espera de la fe que debía ser revelada. Así, la Ley nos sirvió de guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Y ahora que ha llegado la fe, no necesitamos más de un guía. Porque todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa. Voy a ser más explícito: el heredero, mientras es menor de edad, aunque sea propietario de todos sus bienes, en nada se diferencia de un esclavo. En efecto, hasta la edad fijada por su padre, está bajo la dependencia de sus tutores y administradores. Así también nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos sometidos a los elementos del mundo. Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a os que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Aleluya. Modo 2º
Aleluya, (3)
Vers: El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano.
Aleluya. (3)
Vers: Los plantados en la casa del Señor darán flores en los patios de nuestro Dios.
Aleluya. (3)
El Santo Evangelio
Lectura del Santo Evangelio según Marcos (5:24-34)
En aquél tiempo, le seguía a Jesús un gran gentío que lo oprimía. Había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con numerosos médicos. Había gastado todos sus bienes sin encontrar alivio; al contrario, había ido a peor. Sabedora de lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Y es que pensaba: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.» Inmediatamente se le detuvo la hemorragia y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y preguntó: «¿Quién me ha tocado los vestidos?» Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime, ¿y preguntas quién te ha tocado?» Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»