Por Juan Dimas
La llegada del nuevo coronavirus cambió el mundo tal como lo conocemos. Oímos afirmar que este es el peor evento de enfermedades infecciosas en 100 años, a pesar que las cifras están lejos de concluir.
La esperanza es reparar el daño inmediato por los impactos que la pandemia ha causado a las familias, las economías y las sociedades. Pero hay modificaciones y las advertencias mayoritarias afirman que nada volverá a su estado anterior.
Un desafío por delante es si como sociedad somos capaces de mejorar todas esas cosas. Los datos sobre el número de infectados, muertos, y recuperados, aumentan a diario. Sin embargo, hay muy pocos sitios en el mundo que puedan sentirse a salvo y algunas localidades ya están experimentando un rebote de casos nuevos.
La pandemia convive con nosotros el tiempo suficiente para habernos familiarizado un poco con el virus. ¿Cómo lloramos lo que hemos perdido? ¿Qué harán nuestras sociedades si esto vuelve a suceder?
La salud merece un cuidado integral y la porción espiritual tiene un gran porcentaje. En momentos donde las dicotomías prevalecientes durante y luego de finalizar la pandemia son más o menos Estado, más o menos Mercado, habrá espacio para reflexionar sobre más o menos comunicación con Dios.
Nuestro agradecimiento a S.E.R. Monseñor Iosif, Arzobispo Metropolitano de la Arquiodiócesis Ortodoxa de Buenos Aires y Sudamérica del Patriarcado Ecuménico por haber accedido a realizar está entrevista.
- MONSEÑOR, ME ADENTRO SIN MAS EN EL TEMA QUE NOS ABRUMA HOY COMO HUMANIDAD ¿CONOCIA EL POSIBLE DESARROLLO DE LA PANDEMIA?
Cuando comenzó -allá por el final de nuestro verano- todo este proceso, no teníamos las informaciones que avalaran la posible ponderación de futuras perspectivas sobre el desarrollo de la pandemia. Todo fue muy rápido y sorpresivo. Creo que también para la comunidad de científicos ha sido un desafío poder dar respuestas concretas y viables concomitantemente con el desarrollo de la pandemia.
Aún hoy, cuando en muchos países se está produciendo el desconfinamiento y los guarismos son alentadores, en otras regiones –como la nuestra- la pandemia se encuentra en pleno desarrollo y es por ello que creo que -hoy en día- es difícil pronosticar el posible desarrollo de la pandemia.
- ¿CREE QUE EL MUNDO ESTABA PREPARADO O LO TOMÓ DESPREVENIDO?
La pregunta es amplia y habría que interpretarla de acuerdo a varios niveles y parámetros. Personalmente creo que uno de los factores que ha caracterizado a todo este proceso es el “sorpresa”. Este factor se desglosa en dos variantes principales: la rapidez y la masividad de la transmisión del virus. Este “factor sorpresa” quizás tenga relación con la “preparación” de la humanidad para enfrentar un evento pandémico tan particular como el que estamos viviendo. Ya cuando hablamos de sorpresa interpretamos que la preparación es naturalmente insuficiente.
En general, creo que la pandemia nos tomó a todos desprevenidos. Luego, la raza humana tiene una capacidad de adaptación fabulosa y puede ir recalculando y apropiando diferentes variables concomitantemente al desarrollo de la “sorpresa”. Es por ello que, al día de hoy, la sorpresa se ha ido “desarmando” en virtud de esta capacidad humana de reacción que nos ha permitido durante siglos sobrevivir a eventos catastróficos como éste.
- ¿COMO IMPACTA EL CORONA VIRUS EN LA RELACIÓN IGLESIA FIELES, EN PARTICULAR DESDE LA ARQUIDÍOCESIS ORTODOXA GRIEGA?
La pandemia nos ha obligado a adaptar la natural “relacionabilidad” del hombre proclamada el seno de la Iglesia. Para nosotros los ortodoxos la Iglesia es imagen preclara de “relación”: con uno mismo, con el prójimo y toda la creación, y principalmente con la Deidad. No existe Iglesia sin “relación”. La Iglesia es el ámbito natural de las relaciones y, sobre todo, de su multidimensionalidad.
De esta manera podemos explorar otras maneras de relacionabilidad basadas en esta multidimensionalidad que, necesariamente, evoca la versatilidad y la creatividad –y sobre todo la libertad- en la forma de relacionarse que proclama y busca la Iglesia.
Es por ello que hemos acudido a la tecnología en general, y a la virtualidad en particular, como un medio válido para poder estar “conectados”, es decir “relacionados” de manera concreta y material con nuestros fieles. Así, desde que se decretara el aislamiento sanitario en los países de nuestra jurisdicción, hemos transmitido por live streaming todos los servicios litúrgicos desde la Catedral Metropolitana –incluida toda la semana santa- a fin de hacer partícipes aunque sea por este medio a todos los fieles que tienen acceso al mismo.
Estamos bien conscientes de que este medio es auxiliar y no puede –ni debe- reemplazar la relación que afirmamos y vivimos en el seno de la Iglesia, la cual es siempre directa, real y personal. No obstante nos es útil y seguiremos utilizando estos medios tecnológicos dentro de los límites naturales mientras estemos impedidos de encontrarnos “cara a cara” para adorar a Dios de acuerdo a nuestra Sacra Tradición.
- ¿QUE ACCIONES, IMPULSADAS DESDE LA ARQUIDIÓCESIS, SE REALIZAN PARA MANTENER CONTACTO?
Como antes mencioné la transmisión en vivo por medio de la red de los oficios litúrgicos y, además, la intensificación de la comunicación virtual por medio de las redes sociales que estamos usando de manera intensiva.
Asimismo nuestro nuevo sitio web ha sido una herramienta fundamental para poder transmitir y comunicar todas las acciones e iniciativas de la Arquidiócesis en este tiempo tan particular. De esta manera, los fieles están informados de las noticias de la región y del mundo ortodoxo, pueden acceder a las celebraciones litúrgicas, a las homilías y a todo material catequético y pastoral para cultivar la fe en este tiempo de prueba.
- ¿CUÁL ES VERDADERAMENTE EL REAL VÍNCULO QUE NOS UNE TANTO A NOSOTROS MISMOS COMO HUMANIDAD, A LA NATURALEZA, AL COSMOS Y A LA DEIDAD?
Esta es una pregunta de perfil muy teológico y por ello debo recurrir al contenido de la fe y la revelación divina de acuerdo a la interpretación de nuestra Tradición cristiana ortodoxa. El “real vínculo” que une todas las cosas creadas entre sí y a éstas con la Deidad, es, paradójicamente, la Deidad misma. Esta interpretación puede articularse desde varios puntos de vista.
En primer lugar recordemos que, de acuerdo a nuestra Tradición, el hombre es creado a imagen y semejanza de su propio Creador, con lo cual podríamos decir que existe una “familiaridad” congénita entre Dios y el Hombre. Este no es un dato menor al interpretar la relación Dios-hombre, Increado-creado. De esta manera el ser creado tiene “autosoberanía”, es decir, libre albedrío, por ser creado como racional-espiritual.
Y así, aún siendo Dios mismo el factor unitivo por naturaleza de todas las cosas en sí Mismo, se hace necesaria la libre aceptación del hombre que asimila este movimiento divino y lo internaliza. El carácter divino-unitivo está siempre latente en la naturaleza del hombre. Y digo latente porque él mismo es el responsable de activarlo libremente, de multiplicarlo y proyectarlo en su vinculación relacional en todas las direcciones. Una vez activado como resultado de la ascesis, que es el ejercicio del amor incondicional, el ser humano se encuentra naturalmente unido-relacionado con lo Absoluto así como con todas las creaturas. Estamos hablando, por supuesto, de un proceso de vida que necesariamente es espiritual y que requiere de todos los recursos que la Iglesia propone como medio de perfección.
- ¿CÓMO IMAGINA EL MUNDO QUE SOBREVENDRÁ?
Hoy es difícil responder a esta pregunta desde un punto de vista concreto y pragmático. Quiero ser optimista, y es por ello que me imagino una humanidad más consciente de su cualidad de humanidad, es decir con una auto-conciencia más amplia y profunda. Deseo que, saliendo de la prueba, el conjunto de los hombres comprendan que la individualidad y la particularidad no pueden trascender la (man)comunidad, la fraternidad, la unidad: quisiera ver una humanidad que no sobreponga lo individual por sobre lo colectivo y que pueda auto-comprenderse como una, aún en la diversidad que la caracteriza.
Quisiera ser parte de una humanidad que no ignore sus ascendentes divinos y que busque la perfección y la trascendencia en Dios y con Dios, y no de manera autónoma e independiente. En fin, quisiera ser parte de una nueva humanidad que se re-conozca como asumida por Dios y así ella, desde su posición, pueda también asumir a Dios, de acuerdo al arcano designio divino. Solo así –unidos sin ningún tipo de interés y prejuicio- podremos dar batalla a cualquier enemigo.
- ¿DURANTE ESTE TIEMPO CÓMO EXPRESAMOS Y MANEJAMOS LAS EMOCIONES Y SENTIMIENTOS?
Naturalmente, sin ningún tipo de censura, pero con la sola condición de no auto-percibirnos como el centro del universo.
- ¿EN LAS CONDICIONES ACTUALES DE AISLAMIENTO SOCIAL OBLIGATORIO PREVENTIVO LA CATEQUESIS ES VIABLE? ¿CÓMO?
Claro que es viable. Tal como lo manifesté anteriormente, a través de los medios virtuales a nuestra disposición. Cada sacerdote responsable de su parroquia establece los medios que cree necesario, con la anuencia del jerarca local, para así poder transmitir y compartir con todos los contenidos de nuestra fe y de nuestra espiritualidad, sobre todo en este tiempo de prueba.
- ¿TENEMOS ALGÚN VIRUS EN NUESTRO ESPÍRITU?
La pregunta es claramente alegórica. Alegóricamente, pues, el virus mortal que azuza el alma humana es el egoísmo-soberbia, es decir cuando el hombre corta la natural relacionabilidad con la Deidad, el prójimo y el cosmos al auto-percibirse sólo en relación a esa misma auto-percepción, es decir a sí mismo.
La auto-referencialidad es, pues, la característica del ser que se ha auto-aislado en una realidad donde su “yo” –en su auto-percepción- suple la capacidad natural de expansión y auto-trascendencia en cuanto relación, y la suple con movimiento contrario y necesariamente retráctil y desintegrador.
Todo el proceso espiritual de nuestra vida se basa en la batalla contra este virus o, de acuerdo a nuestra Tradición, a este demonio. El antídoto, la terapia es la continua ascesis –ejercicio- del amor incondicional como acción-ejecutora del Bien-Hermosura Primigenio.
Así Dionisio el Divino nos lo explica:
“Esto -el Uno, el Bien y la Hermosura- es causa singular de multitud de bienes y hermosuras. Gracias a esto, todas las cosas subsisten en su esencia, se igualan y diferencian, son idénticas y opuestas, semejantes y diversas; los contrarios se entrelazan y los unidos no se confunden. Gracia a éstos, los seres superiores cuidan de los otros, los iguales se compenetran y los inferiores tienden a superarse conservando el equilibrio de su estabilidad en la unidad. Por esto, todos los seres, cada cual a su manera, están abiertos unos a otros, se comunican entre sí, se compenetran sin perder su identidad. De ahí la cohesión interna e indisoluble de las partes, la perseverancia en su ser y las renovaciones incesantes.”
El Sr. Dimas es Abogado, Licenciado en Política y Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Desde 2006 produce contenido periodístico publicado en:twitter: @juanjosedimas
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