• En marzo 3, 2024

Domingo del Hijo Pródigo

Sinaxárion
En este día, el tercero del mes de marzo, siendo el segundo domingo del Triódion, la Santa Iglesia Ortodoxa celebra la conmemoración de la parábola del Hijo Pródigo, la citada en el Santo Evangelio según San Lucas, así como la han organizado nuestros Santos Padres, colocándola en el segundo domingo del Triódion. 
Tú, que eres pródigo como yo; acércate con seguridad y confianza. Porque la puerta de la Compasión Divina ha sido abierta para todos.
Por Tu indescriptible Amor a la humanidad, oh Cristo Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Kondákion – Modo 3
Cuando, con ignorancia y necedad, desobedecí Tu Gloria Paterna, derroché, en las maldades, la riqueza que Tú me has dado. Por eso, a Ti exclamo, con la voz del hijo pródigo: “¡Acéptame penitente, oh Padre Compasivo, pues he pecado ante Ti, y hazme como uno de Tus jornaleros!”.

Santo Evangelio según San Lucas [Lucas 15: 11-32]
Dijo el Señor esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte de herencia que me corresponde». Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros». Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: «Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo a sus servidores: «Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado». Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: «Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo». Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: «Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!». Pero el padre le dijo: «Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado»».

Reflexión
El Señor, a través de esta parábola, nos ha expuesto tres cosas: la condición del pecador; la regla del arrepentimiento; y la grandeza de la incomparable compasión infinita de Dios.
Así, durante la Cuaresma, seamos como el Hijo Pródigo: recobremos el sentido, veamos nuestra condición de pecador que nos aleja de la Gracia de Dios y de nuestra relación con Él, y apresurémonos a regresar a Sus brazos misericordiosos, exclamando: «¡He pecado ante Ti, oh Padre Compasivo! Acéptame penitente, y hazme como uno de Tus jornaleros».

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